Violencia: Aprendamos a no Justificarla

Por: Susana Cohen

 

 

Imagina un día cualquiera en el que te levantas por la mañana y mientras empiezas a prepárate para salir al trabajo prendes la radio o ves la televisión, de nuevo la nota del día son secuestros, desapariciones, violencia y robos, etcétera, pero como cualquier otro día escuchas la nota y la pasas por alto, y mientras vas camino al trabajo observas cantidad de personas exasperadas por la prisa y el tránsito, y así el día sigue, muchas veces sin reparar en las situaciones diarias de violencia que ocurren a tu alrededor.

Con frecuencia, nos acostumbramos tanto a esta violencia diaria que no reconocemos las instancias sutiles de agresión justo frente a nosotros. Esto puede ser especialmente cierto en el contexto de una pareja: un novio, esposo, concubino o compañero. No siempre se trata de una violencia evidente, del tipo que se identifica fácilmente a través de golpes físicos, gritos e insultos. Más a menudo, se trata de una violencia más sutil y insidiosa que ha estado gestándose en las sombras durante mucho tiempo.

Este tipo de violencia puede manifestarse como manipulación, control y abuso emocional, erosionando gradualmente la esencia misma de una relación saludable. Es imperativo recordar que la violencia no solo se trata de acciones físicas, sino también de las dinámicas de poder, la erosión de la autonomía y la degradación de la autoestima.

Reconocer y abordar esta violencia oculta es un paso crucial para romper el ciclo. Así como la sociedad necesita rechazar y abordar colectivamente actos de violencia más grandes, también debemos enfrentar la violencia íntima que corroe silenciosamente vidas detrás de puertas cerradas.

Recuerda, la verdadera fortaleza radica en reconocer el problema y buscar activamente una solución. Solo destapando estas sombras y dando voz a aquellos que sufren en silencio podemos esperar fomentar un mundo libre de las cadenas de la violencia.